dijous, 15 de novembre del 2018

Fin de la utopía. Esperanza en una posible Escuela Pública.

Utopía significa el no-lugar. Un lugar que no existe. Con alguna razón , la suya, algunos, nos siguen llamando “utópicos”. Despectivamente. 

Soñamos y seguimos soñando con la Escuela Pública. Territorio utópico, a pesar de ellos. Horizonte que nos empuja a andar. Galeano. Espacio y tiempo en el que intentamos componer una sinfonía de saber, justicia y emancipación, sin darnos cuenta que cada una de estas tres promesas se ven cuestionadas, día a día, por los profetas del no-mañana. 


¿Qué es el saber, cuáles son los aprendizajes imprescindibles, qué conocimientos necesitamos, para transformar el presente y el futuro, en este espacio / tiempo que es la escuela? 

¿Cómo tener justicia, igualdad…? Si la educación ha de servir para que no se repita la barbarie (Adorno), ¿Qué barbarie acecha en nuestros entornos? Y la escuela ¿de verdad puede contribuir a ello? 

Y con el saber y la justicia… la emancipación individual y la transformación social. 

Tantas esperanzas puestas en la escuela…  y la ignorancia, la mentira, la superstición, la violencia, institucional o no, la censura, el miedo… sigue instalándose muy cerca de nosotros, desde los ámbitos del poder: tres poderes y una única realidad verdadera.  

Hace un tiempo, soñamos en cambiar el mundo. Soñamos en cambiar el mundo con nuestro trabajo, y desde la escuela… Y reivindicamos democracia, justicia, igualdad, saber y conocimiento, ser personas libres capaces de pensar por si mismas (Kant) , intentar descubrir qué podemos hacer con nuestras vidas (Nusbaumm), conocernos, y conocer a aquel que convive con nosotros. 

Y el discurso de lo posible,  del pragmatismo paralizador , nos contaminó enormemente. No hay alternativa, proclamo Margaret Teacher (This is not alternative: T.I.N.A.) y un coro de vírgenes desde la socialdemocracia a la nueva derecha, entonaron la misma estrofa. Es inútil cualquier protesta. Cualquier manifiesto. Cualquier movimiento. Cualquier disidencia. De pensamiento, palabra u obra. Solo hay una alternativa. 

Y a continuación se despojó la educación de cualquier ideología y una nueva inquisición proclamó la doctrina del esto no toca, de la neutralidad y sugirió que, convertida la escuela en una empresa, no hacía falta pensar y solo había que aplicar una nueva tecnología para tener la solución de todo. Los reyes magos nos trajeron la calidad. Y el adoctrinador, acusó al disidente de adoctrinar.

En este recorrido llegamos a consensuar que debíamos prepararnos para un futuro complejo, incierto, cambiante… y flexible, líquido, seguramente hostil… Y ante ello, acordamos cambiar el horizonte utópico de la escuela, desterramos el sueño y la imaginación, y convenimos que sí, hay que prepararse para el futuro que nos avecina, perdón quise decir, para adaptarse al futuro que nos avecina. 

Pero en el trayecto Pere Casaldaliga reinterpretó a Tomas Moro: ¿La utopía es el no lugar? Pues reivindiquemos la eu-topia, el buen lugar posible. Y Patrick Vivaret desde la Francia del 15-M, respondió en un eco esperanzador: El sueño és posible: Le rêve. R.E.V.E. REsistencia creativa, Visión transformadora, i Experiencia anticipadora. La esperanza es posible. 

Hagámoslo. En la peor de las situaciones posibles, nos queda el recurso de hacerexperiencias anticipadoras. Hagamos caso por una vez al padre de la economía liberal, Martin Friedman, cuando nos advierte que hay que desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y disponibles, hasta que aquello que es políticamente imposible, sea políticamente inevitable(Milton Friedmann: Capitalismo y libertad).

No olvidemos tantos manifiestos y alternativas elaborados, firmados y publicados. El cielo se hace a mano y sin permiso,  nos cuenta Silvio Rodríguez. 

Podemos dar valor a nuestras sencillas experiencias anticipadoras. Hay voluntad de transformación. Hay consciencia de la necesidad, porqué hay ansias de libertad. Es posible actuar, ser, hacer,  y sobretodo hacer desde el nosotros. 

Nuestra práctica no tiene excusa. Camina en una dirección o en otra. Favorece la imaginación y la creatividad o nos condena, en el mejor de los casos, a adaptarnos a una vida de futuro incierto. ¿Es esta nuestra herencia, la herencia que dejaremos a nuestro siglo? Probablemente algunos de nosotros ya no veremos los cambios. Pero es imprescindible nuestro trabajo para que en algún momento, Kairos, haga posible el ser. 


Por todo ello… 

Tener propósitos. Compartir finalidades. Experimentar. Y dejar lastre: currículum,  organización, experto, objetivos, control, evaluación, estándares, clase… 

No tener miedo al fracaso. Al error. Único medio para aprender: para el aprendiz y el aprendiz de maestro / maestra.

Con voluntad de reflexionar y documentar sobre la realidad para compartir. 

Con capacidad de definir y explicar de forma simple, qué podemos hacer y la utilidad de nuestra acción. 

Con habilidad e inteligencia colectiva para descubrir y compartir iniciativas y proyectos. Incluidos los errores que hemos tenido en su desarrollo. Y la habilidad para poder trabajar en red sin quedar agotados en el camino. 

Con el acierto de trabajar en equipo para consolidarlo y hacerlo sostenible. 

Para crear cultura. No ceder ante los instrumentos de colonización externos, aplicativos y planes que nos distraen y nos traspasan una idea de dependencia estéril. 

Para no quedarse en un planteamiento general, sino trabajar cada día para poner en práctica las ideas educativas que configuran el proyecto. Nuestro proyecto. 

Y ahí van las cuestiones: 

¿Toda escuela de titularidad pública es pública? ¿Qué significado tiene para nosotros el concepto de lo público? ¿Cuáles son las prácticas que deberían identificar nuestra escuela, como una Escuela Pública? ¿Hay aspectos que dependen de nosotros? ¿Hay condiciones externas que favorecerían su desarrollo? 

¿Qué hacer para convivir con tanta innovación, no morir en el intento, pero  trabajar por la emancipación individual y la transformación social? ¿Toda innovación conduce a la transformación? 

NOTA: Aquest text ha estat l'excusa per començar un debat que han organitzat el MRP de Getafe, "Escuela Abierta", el 14 de novembre.